Comunicado
Por FARC-EP


El régimen, en forma deliberada y sutil, le apuesta en sus prisiones a la descomposición del interno. Hará todo cuanto pueda para destruirlo. Para que si alguna vez sale de ahí solamente queden guiñapos de su conciencia.
La primera y mayor esperanza del reo consiste en salir lo más rápidamente posible. El sistema, que lo sabe, inicia y mantiene su desmoralización mediante el juego con esta ilusión.
Desde el momento en que te atrapan lo descubres. Si les colaboras, si traicionas los tuyos, si entregas otras personas o cosas, te ayudarán a no ser encarcelado. Promesas de cambio de nombre y domicilio, de trabajo bien pago. Tu alma por treinta monedas de plata.
La sola oferta repugna. Nos desnuda la catadura moral del sistema que la produce: su fantasía de la felicidad nacida del dinero conseguido como sea. Aún a costa de la dignidad del hombre.
Fantasía al fin. Todo traidor se sabe miserable. Y hay que ver las condiciones reales de su supuesta dicha.
Al rechazar la propuesta, pasas a depender de fiscales y jueces que de nuevo te ofrecen otra ganga de beneficios. Confesión, colaboración eficaz, terminación anticipada del proceso. Saldo de cuentas con la sociedad en cuyo nombre hablan. El mismo negocio sucio. Ya no en labios de rudos policías o soldados sino de sabios doctores de hablar complicado y cortante.
El mecanismo de la máquina del envilecimiento se pone en marcha. Siempre habrá quien mal o bien explique algunas consecuencias. La medida de aseguramiento aparece como el horror. Significa que vas a quedar preso por mucho tiempo. Querrán llenarnos de miedo.
Y escucharás mil rumores. Noticias de la gente que no te favorecen en nada. Nos vendieron nuestros propios amigos. En el frente están furiosos contigo. El abogado que te pusieron es un tránsfuga que trabaja con la fiscalía. Tu mejor compañero fue el sapo. Dándole el poder a tal doctor saldrás en menos de tres días. La organización niega cinco tristes millones de pesos con los que saldrías de una vez. Casi te volverán loco. Oirás que tus jefes te andan investigando porque te robaste un dinero. Que te dejaron solo. Que así paga el diablo a quien bien le sirve.
Todo apunta al desespero, a que pierdas la seguridad, a que se quiebre tu fe. A que tambaleen tus convicciones en la lucha, tu confianza en el movimiento, tu conciencia revolucionaria.
La situación va a agravarse. Auto de detención. Traslado de cárcel. Resolución de acusación. Tu familia se suma con reproches cargados de ironía. Eso era lo que andabas buscando. Ahora sí estás bien bonito. Te ayudaremos siempre que te salgas de eso para siempre.
El ambiente no te favorece en nada. El vicio, la violencia, la ley de la jungla, sobrevivir como sea. Hasta que pienses lo que quieren: que eso te pasó por pendejo. En adelante irás en caída.
La verdad es que nunca vas a estar solo y debes tenerlo claro.
Nunca estuvo en los planes de la organización que cayeras. Y tu captura siempre será un rudo golpe para los demás. A todos, absolutamente a todos, nos estarás haciendo mucha falta. A tu pueblo también que ha perdido el esfuerzo de haberte llevado al lugar que tenías en la barricada.
Adoloridos con tu infortunio tenemos que comenzar a organizar las cosas sin ti porque la lucha no puede detenerse. Y no es fácil reemplazarte.
Y el enemigo no te tiene entre sus garras para dejarte ir con facilidad. Por alguna razón que te favoreció no pudo asesinarte de una vez como hubiera querido.
Ya que lograste arrebatarle tu vida, te corresponde ahora conservar la decencia. Es el primer deber que tienes. Demostrarle que eres más grande que todo su aparato de aniquilamiento físico y moral.
Es el honor del revolucionario el que se pone a prueba. Estás de pie librando un desigual combate contra el Estado que como un monstruo amenaza con devorarte. Tu única e invencible arma se llama la lealtad.
Lealtad para con tu organización, para con tu partido, para con tu pueblo.
Tendrás que unirte a los que piensan como tú, integrar una sólida organización revolucionaria en el seno del sitio en que te hallas.
Y si por desgracia eres el único revolucionario en el patio, contigo basta. Serás la semilla que habrá de germinar en los otros. Te corresponde ganarlos para que se vinculen a la acción decidida por sus derechos.
Todos los seres que te rodean en la cárcel pertenecen al pueblo y padecen enormes problemas. He allí un enorme espacio para la lucha. Una nueva tarea que descubres.
Eres un profesional de la revolución y te corresponde luchar por ella donde quiera que te encuentres. Para eso te formamos aquí.
Mientras lo haces, nosotros también estaremos conspirando por tu libertad. Recuerda sin embargo que aquí estamos pendientes de todos los escenarios de la lucha, de cada uno y la totalidad de los flancos de esta gran batalla. Ni nosotros ni tú podemos estar atentos únicamente a tu caso. Pero siempre le estaremos dando la importancia que merece.
Lee, estudia, prepárate, haz vida de partido. La mejor cura para el desaliento es el entusiasmo por una tarea revolucionaria concreta.
En ello radica la superioridad moral de los revolucionarios y sabes de sobra que ella es la mejor prenda para la victoria.
Tenemos fe en ti y te esperamos. Adelante.
Comentarios
Publicar un comentario